Definitivamente las
palabras de Fausto Reynaga, que son
rescatadas por Ximena Soruco Sologuren, en el preámbulo de su
trabajo (Soruco, 2011), remueven las fibras más intimas de nuestro
sentido de pertenencia a esta Patria. Las palabras y contenidos
epistemológicos de Reynaga nos permiten mirarnos críticamente como
sociedad y proyectarnos a través de un proyecto nacional.
A partir de la
reflexión acerca de la tesis de las dos Bolivias, nuestra reflexión
se ve inundada de elementos conceptuales,
tanto sociológicos como políticos. El trabajo de Soruco “plantea
que el movimiento indígena popular está constituyendo un proyecto
plurinacional que articula al pueblo, debido a que contienen un
horizonte político, y potencialmente un proyecto societal, para
todos, para Bolivia”.
Parte del contexto
reflexivo empleado por Ximena Soruco es el
devenir histórico, político, social y económico de la Revolución
de 1952. En ese evento de trascendental importancia para la historia
de nuestro país, se plantea la construcción de la identidad
nacional, reconociendo que hasta ese momento Bolivia había vivido en
el desconocimiento de su verdadero ser nacional. La Revolución de
abril buscaba la construcción de una nacionalidad que sostuviera la
unidad de lenguaje, cultura y territorio. Este Estado-Nación se
sostenía en la búsqueda de la construcción y consolidación de una
burguesía nacional, que a través de su accionar socioeconómico
contribuya al ansiado ideal del ser nacional boliviano.
Este proyecto
nacional fracaso. Opuesto a él, se
hicieron, con el correr de los años y los descalabros sociales y
económicos, surgió una corriente de pensamiento y accionar
político. Este es el movimiento indígena contemporáneo, que como
sujeto articulador de lo político, plantea y articula un proceso de
transformación plurinacional, que ha dado origen al proyecto
plurinacional.
La construcción del
proyecto del Estado Plurinacional de Bolivia encuentra su
materialización en la Constitución Política del Estado. En el
contexto boliviano, la concepción de un nuevo Estado deja en
el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal, con
una visión de contar con un Estado unitario social de derecho
plurinacional comunitario, libre, independiente, soberano,
democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías;
con principios de soberanía, dignidad, complementariedad,
solidaridad, armonía y equidad en la distribución y redistribución
del producto social, donde predomine la búsqueda del Vivir Bien,
con respeto a la pluralidad económica, social, jurídica, política
y cultural de los habitantes; en convivencia colectiva con acceso al
agua, trabajo, educación, salud y vivienda. Bolivia se funda en
la pluralidad y el pluralismo político, económico, jurídico,
cultural y lingüístico, dentro del proceso integrador del país.
El
Vivir Bien,
como un principio constitucional, conlleva a alejarse del
eurocentrismo (que no responde a nuestra realidad), para pasar a un
Estado de bienestar social,
lo que incide en la manera de formular las políticas económicas y
sociales, con una visión complementaria de una vida
armoniosa. En este sentido,
básicamente, el Vivir Bien
se circunscribe en los siguientes aspectos:
- Equilibrio material y espiritual del individuo (saber vivir)
- Relación armoniosa del mismo con todas las formas de existencia (convivir)
- Práctica dialogante y mutuamente vivificante con la naturaleza que nos rodea. En este aspecto, es importante señalar que, por la relevancia constitucional del respeto a la naturaleza otorgada en la CPE, Bolivia va más allá del común establecido por el resto de los Estados, a través de la promulgación de la Ley de la Madre Tierra, dado que se otorga ‘personería jurídica’ a la madre tierra.
Sociológicamente
la autora se encarga de hacer
evidente la contradicción que existía en Bolivia y donde la
realidad sociocultural obliga a pensar en un proceso de
descolonización, como eje vital para alcanzar la plenitud del ser
boliviano, pasando del Estado-Nación (construido a partir del
criollo-mestizo, que niega la existencia social y política del
indio),al Estado Plurinacional, como proyecto político que aglutina
al ser nacional en función a la identidad sociocultural, que
reconoce las diferencias de las nacionalidades coexistentes en
nuestro territorio como base y potenciador del valor del proyecto
político en construcción.
Soruco
se encarga de explicitar que el proyecto plurinacional va
“más allá de la autodeterminación propia para responsabilizarse
por articular lo común y por otra, por medio de esta responsabilidad
por lo común –que a su vez garantizaría la posibilidad de
autoafirmación propia pero bajo un horizonte donde todos puedan
caber, y no la lógica moderna de la guerra de todos contra todos”
y así ser capaces de superar la lógica colonial de las dos Bolivias
y el etnocentrismo producto de la Revolución de 1952.
Este
proceso de construcción del Proyecto Nacional del Estado
Plurinacional de Bolivia no es un proceso sencillo o llano, por el
contrario, él se ve inundado de escollos y aleteos de elementos y
resabios del anterior orden colonial. Las fuerzas reaccionarias
interpelan de una manera radicalmente nueva al movimiento indígena y
popular: su horizonte de liberación, de autodeterminación y
autogobierno. “Más allá de la institucionalidad colonial-liberal,
hoy debe subsumir la responsabilidad por la comunidad boliviana en su
conjunto”.
Esta
breve reflexión desea concluir con un pasaje fundamental del trabajo
de Ximena Soruco Sologuren:
El
análisis del horizonte nacional, constituido por diferentes sujetos
criollo-mestizos desde el siglo XIX, nos interesa porque desde 1952
se enlaza con el horizonte indígena y popular (lo que Zavaleta
Mercado llamó lo nacional-popular), y es posible que hoy –dado el
vaciamiento criollo-mestizo de la representación nacional- se
entreteja con el indígena, en una direccionalidad histórica
inédita, diferente a las anteriores rebeliones, y que permite
plantear un proyecto plurinacional. Y la novedad no sólo radicaría
en las posibilidades de un proyecto político para todos, es decir,
más allá de la autodeterminación indígena, sino en que
precisamente logra ir más allá de sí mismo (de esta
autodeterminación) y con ello, consideramos, más allá del
nacionalismo etnocéntrico que el horizonte nacional contiene.
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